La columna de Luis Ventura: Crónica de la muerte anunciada
TE LO DIGO YO El periodista reflexionó sobre el fallecimiento de Natacha Jaitt, que generó fuertes repercusiones en los medios, y analizó el lugar donde fue hallada sin vida. Los detalles, en la nota.
@LuisVenturaSoy
El final estaba escrito. Solo faltaba ponerle la fecha y el lugar. El resto era previsible. Entre la propia Natacha Jaitt, que es víctima pero también responsable de lo ocurrido, las drogas duras, la noche feroz, las mafias peligrosas, los “dealers”, la prostitución, los narcos y los enemigos de ocasión se iban a encargar de lo que le quedaba a la vida de una mujer de 41 años muy golpeada y definitivamente vulnerable.
Nadie podrá decir que Natacha no hizo sonar todas las alarmas con relación a las denuncias en las que advirtió amenazas de muerte, mucha prostitución, pedofilia, trata de blancas, también muchas adicciones de las legales e ilegales, muchos delitos, muchos agresores.
Consta en comisarías, en juzgados y también en los archivos de los diarios, revistas e informativos de su tiempo. No es casualidad que hoy el cadáver frío y solitario de Natacha esté en el cementerio judío que hasta le negaba la aceptación para que sus restos se tomaran un respiro a tanta sordidez y a tantos descontroles en la búsqueda del descanso final que se va a prolongar por un tiempo, quizás indeterminado, porque ni su cremación fue permitida.

Su cadáver todavía puede ser portador de muchos datos que algunos todavía se esmeran en ocultar. Porque hay un testimonio que dice que quien estaba con ella previo a la muerte creyó que ella estaba dormida sobre la cama del final y no se entiende cómo pensaba eso si tenía los ojos abiertos. Un total de 30 cámaras, 16 adentro de Xamadú y 14 afuera, grabaron y grabaron y todavía sigue dando vuelta con relación a los hechos que terminaron con la vida de Jaitt.
Hoy preocupa más quién subió a las redes sociales las fotos del cadáver de ella en el lugar del deceso, incluso fue separado un policía que registró las imágenes reflejándose en un espejo que lo delató, pero a nadie molestó el pesado archivo con fotos, denuncias, violencias y humillaciones que fue sufriendo Natacha en los últimos tiempos.

¡Basta de hacernos los distraídos, porque todos sabemos lo que pasó en ese antro de perdición disfrazado de espacio de esparcimiento que ni habilitación municipal tenía! La muerte de Natacha era una tragedia escrita a la que solo había que ponerle fecha y lugar. Ya los tiene. Es hora de que ahora se les le empiece a poner nombres a los que la empujaron hasta este final. Fue la crónica de una muerte anunciada. Te lo digo yo, pero ya se sabía.